REGRESO A LA NORMALIDAD






Hola de nuevo, lectores y lectoras.

Habréis observado que he estado ausente durante el mes de agosto y parte de septiembre. No es que haya estado de viaje en un lugar sin Internet ni nada de eso (ojalá, pero no). Eso si, he tenido vacaciones, que he dedicado, casi exclusivamente, a revisar varias novelas, sobre todo una en concreto que deseaba remitir a un concurso.

Para envíar una de tus creaciones a un concurso o para valoración de una editorial, hay que reunir mucho valor y un poco de seguridad personal. Miento, es necesario reunir mucha seguridad personal. Es indudable que existen muchos escritores y escritoras que se creen dignos de un Premio Nobel y no son ni por asomo dignos de premios, ni de leerles siquiera. Alguien que escribe debe poseer la suficiente dosis de humildad como para no creerse el mejor, pero tampoco el peor. También hay que ser realista y en principio no remitir una obra a concursos muy importantes o editoriales grandes. Eso ya llegará con el tiempo. Existen rumores de que los grandes premios están pactados entre editorial y ganador. Podría ser cierto, pues en muchas ocasiones, el segundo premio es mejor que el primero, ya que sería con justicia el ganador del concurso. La verdad es que debe empezarse por remitir la obra a concursos menos prestigiosos o editoriales más humildes y así se tiene mayores posibilidades de éxito.

Antes de remitir una obra, y si no se dispone dinero para pagar a un corrector profesional, como sería deseable y recomendable, se debe asumir con tiempo la tarea y repasar frase a frase, no solo corrigiendo errores ortográficos, que puede corregir el mismo ordenador, sino errores gramaticales y  de expresión, girar las frases que no parecen lo suficientemente claras, aunque parezcan las mejores frases del mundo. Siempre hay que pensar en los potenciales lectores, ponérselo fácil para comprender nuestra historia. Existen escritores cuyo estilo enrevesado les hace creer mucho mejores, pero sus lectores se atascan a menudo, sin poder digerir la historia. Para mi, que tengo un estilo muy claro, sencillo y directo, esta forma de escribir me parece soberbia y una falta de respeto hacia los lectores. Por supuesto es mi punto de vista.

Para mi, lo fundamental es tener una buena historia. Lo demás es cuestión de trabajar el texto, dejarlo reposar, retomarlo, revisarlo y corregirlo cuantas veces sea necesario. Y nunca, nunca considerarlo perfecto, pues siempre se puede mejorar. 

Si conocierais la trayectoria de la novela que acabo de remitir a un concurso... Venga, va, os la contaré, porque es una larga historia llena de anécdotas. Se trata de una novela muy especial para mi, pues la concluí a los dieciocho años, hace muuucho tiempo de eso. Hasta entonces jamás había tenido la suficiente paciencia para terminar una novela y dado mi nivel de exigencia, toda mi producción literaria había terminado en la papelera (pues todavía no se estilaba reciclar) y tened en cuenta que entonces no se escribía con ordenador, sino con máquina de escribir, de modo que folios y más folios terminaban en la papelera sin ningún remordimiento.

La había escrito de la forma más anárquica posible que os podáis imaginar, sin ningún tipo de croquis, planning, resumen o lista de personajes y tampoco me hacía falta. Era muy joven y tenía buena memoria, ja ja ja. Fui escribiendo escenas a medida que las imaginaba, y después escribía las partes que cohesionaban las escenas. Dado que antes de plasmarla en papel, ya la tenía planificada en mi cabeza, quedó bastante aceptable al final. La dejé reposar un par de años. La revisé y mejoré, pero conservando siempre su esencia. Volví a dejarla reposar y la revisé de nuevo. Cuando tenía unos 26 o 27 años, más o menos,  permití leerla a varios amigos. Tiempo después la leyó mi hija, que lloró con ella. 

Ya tenía ordenador cuando pensé en pasarla y de paso, volver a revisarla. En el lugar donde debía estar guardado el manuscrito, no lo encontré. Empecé a temerme lo peor. En esas ocasiones en que se limpian armarios y estanterías, había tirado muchos apuntes de la universidad y podía haberse ido a la basura. Fue un golpe muy duro, pero yo no me rindo facilmente. La tenía tan presente en mi mente, que volví a escribirla de principio a fin. Por el principio fundamental de la Ley de Murphy, en cuanto estuvo totalmente escrita en el ordenador, y en una nueva incursión a lo largo y ancho de mis armarios, apareció la novela manuscrita. Después de pensar en estrellarme la cabeza contra la pared, opté por repasarla, a ver si me había dejado algo fundamental. ¿Podéis creer que había fragmentos y diálogos completos que estaban exactamente igual? Pues así fue.

Este año 2016 recibí una mala noticia, algo que no afectaba a ningún amigo o familiar, pero si a un ídolo del mundo de la música que me acompañó desde que recuerdo, formando parte de la banda sonora de mi vida, por lo que me dolió bastante su pérdida. Uno de los personajes de esta novela estaba basado de tal forma en él, que cuando me enteré de su muerte, la historia tomó un nuevo rumbo y comencé a escribir una segunda parte, pues todo el mundo de mi protagonista habría cambiado al perderle. Quizá pudiera llegar a ser trilogía, pero ya lo veo más dificil. Y ahí lo dejo. 

Y esa es la historia de esta novela, que partió hace unos días en busca de un premio de un concurso convocado por una buena editorial. Por supuesto que deseo que gane el primer o el segundo premio, pero si no lo ganara, yo igualmente estaría orgullosa de ella, porque fue la primera que terminé o por todas las vicisitudes que hemos vivido juntas, desde el día en que empecé a imaginarla, escuchando las canciones de mi ídolo...

Y ahora que se acerca el añorado otoño, cuando llega el momento de volver a la rutina, a la vida ordenada que obligar a madrugar, ganarse el pan con el sudor de la frente y todas esas cositas que hacemos, esperando que nos llegue un premio de la lotería primitiva, una herencia de un desconocido tío de América o que nos compren los derechos de la novela para una película que sea un éxito de Hollywood... volveréis a verme a menudo, o mejor dicho,  a leerme por aquí. Compartiré con vosotros algunas historias que tengo en el cajón, igual que compartí con vosotros la historia de Liduvel, "Una fugitiva un tanto especial".

Hasta la próxima entrada.




No hay comentarios:

Publicar un comentario