CARTA A LOS REYES MAGOS






Hace mucho, mucho tiempo atrás, unos magos leyeron en las estrellas la llegada inminente de un ser muy especial. Como sus cansados ojos podían ver más allá de lo que ve cualquier ser humano, supieron que esa persona sería un gran líder, que proclamaría la igualdad entre los pueblos, incluso los marginados, como los samaritanos de aquella época; alguien que intercedió por las mujeres, a quienes proclamó sus enseñanzas y defendió de quienes las acusaban como causantes de todos los males del mundo: el mismo que proclamó que no se apartase a los niños porque de ellos era el futuro. Así de especial era aquel ser, nacido fuera de su tiempo, hace más de dos mil años, cuando el mundo era dominado por el patriarcado intolerante y violento, que terminó con su vida porque era intolerable que alguien cuestionara la forma de vida que se había ejercido durante siglos.

Pero esa es otra historia.

La historia que nos ocupa hoy es la de aquellos sabios que llegaron a Belén, guiados por una estrella. No se cita en ningún lugar que fueran reyes, ni que fueran tres, Melchor, Gaspar y Baltasar. Así los hemos creado nosotros, forman parte de una de esas tradiciones tan bonitas que merece la pensa conservar y que les revive cada año en una noche mágica. Sí, hace mucho tiempo que nos dejaron, pero su legado de amor continúa en nuestras manos. Nuestra es la responsabilidad de seguir ejerciendo su magia cada noche del 5 al 6 de enero, portando presentes para esos seres especiales en cuyas manos estará el mundo futuro, haciéndoles vivir una noche única en el año. Un día, la magia estará en sus manos, y por un momento revivirán estos momentos maravillosos para sus propios hijos, y se sentirán bien, como nos sentimos nosotros. 

Es lo que tiene ser tan friki como yo, que aún creo en la magia. Voy mucho más allá de los regalos materiales, que recibo con alegría, aunque no siempre me los acierten. Pido muchas más cosas a los Reyes Magos, algo que solo ellos, desde algún lugar más allá de las estrellas, pueden concederme.

Les pido salud para todos, en un mundo dominado por los virus, bacterias y el cambio climático, que no ayuda para nada. Porque es lo más importante. De nada sirve todo lo demás si nos sentimos mal, si no tenemos fuerzas para seguir adelante...

Les pido empleos fijos, con un sueldo digno, para mis hijos, sus parejas y toda esta generación incierta, olvidada y maltratada, para que puedan construír su futuro de una forma menos precaria de lo que desean nuestros políticos, que están forjando un mundo esclavista, donde cobrar un sueldo de hambre aún es de agradecer. 

Les pido mucho amor y menos odio. Ya está bien de confundir amor con propiedad, con dolor, con abusos, golpes y muerte. Ya está bien de crímenes debidos a la simple razón de que una relación ya no funciona. Basta ya. Que los maltratadores aprendan a vivir en su nueva situación, que se adapten, que busquen otra pareja y dejen vivir en paz a la que no supieron o no quisieron conservar.

Les pido que la mujer deje de ser considerada un ser inferior, propiedad del hombre, que puede tocar, abusar o violar cuando le venga en gana, porque su derecho está defendido desde hace siglos. Los hombres y las mujeres son creados iguales y así deben seguir para siempre jamás.

Les pido que dejen ser niños a los niños, que les concedan una infancia feliz, llena de aprendizaje y sueños, tanto si viven en el primer mundo, como en el segundo o el tercero. Que no pasen hambre, miedo o necesidades afectivas.

Les pido que la gente lea más, que abra su mente a otros mundos, que viva otras vidas, que tenga otros sueños, porque no sabe lo que se pierde por cerrarse a la lectura.

Y ya de paso, si me conceden que me editen otra de mis muchas historias y ese viaje a Escocia que me llevo pidiendo hace tiempo, estaría muy agradecida.

¿Que les pido mucho? No lo creo. Son magos. Y hace mucho tiempo realizaron un largo viaje, apostando por una persona muy especial, por la que nadie daba ni un duro. Grandes. Eran muy grandes. Y capaces de realizar muchísimos sueños.




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